“Hace más de 10 años me senté frente a la computadora y tengo la sensación de que desde entonces nunca más me levanté. Internet me acercó al mundo pero me alejó de la vida” asegura tajante el protagonista de Medianeras. Y es que, ¿son las nuevas tecnologías y la despiadada arquitectura de las grandes ciudades las culpables de que cada vez seamos más capaces de comunicarnos a larga distancia, pero nos sintamos más torpes y cohibidos a la hora de intimar cara a cara? ¿nos da cada vez más miedo el verdadero contacto? A todas estas preguntas (y alguna más) trata de responder Medianeras, del director argentino Gustavo Taretto.
Los protagonistas son un cruce entre Amelie+Nino Quimcampoix y casi cualquier pareja de un Woody Allen rejuvenecido y adicto a internet… pero con acento porteño. Él no sabe lo que busca, ella (una estupenda Pilar López de Ayala) busca a Wally en la ciudad inútilmente (“Si aún cuando sé a quién estoy buscando no lo puedo encontrar, ¿cómo voy a encontrar al que estoy buscando si ni siquiera sé cómo es?»).

Sí, podría decirse que esta película es una historia de amor… o de como dos personas atrapadas en la neurosis sabotean y buscan el amor en la era digital, pero no sería exacto: Medianeras habla del no amor. Describe y retrata la soledad e incomunicación de comienzos del siglo XXI con la misma fina ironía con la que disecciona sus edificios. 
Pero no todo es redondo en esta ingeniosa cinta argentina. Inspirada en un exitoso corto con el mismo nombre, a ratos se resiente de una falta de ritmo y de un estiramiento excesivo de la trama. A su vez, también hay personajes secundarios no del todo aprovechados, pero a pesar de estos pequeños lastres, en conjunto, resulta más que recomendable.
Si tienes treintaytantos y perteneces a esa generación que ha pasado de la máquina de escribir que heredó de su herman@ al Mac, e internet ha ido ganando parcelas en tu vida hasta salpicar y contaminar tu “mundo real”, te encontrarás con todo un film generacional. A veces tierno, a veces descarnado, pero siempre tan cercano y reconocible que no podrás evitar señalarte en la gran pantalla durante buena parte de su metraje (especialmente si tu vida romántica ha sido una suma de desaciertos).

Don’t worry, si Medianeras es capaz de arrancarte sonrisas (y carcajadas), hay esperanza para tu neurosis. Si aún buscas a Wally, tal vez, y sólo tal vez, como en una de las canciones favoritas de los dos protagonistas, true love will find you in the end…

 
         

«Buenos Aires crece descontrolada e imperfecta, una ciudad en la que se yerguen miles y miles de edificios sin ningún criterio. Al lado de uno muy alto hay uno muy bajo, al lado de uno racionalista, uno irracional. Probablemente estas irregularidades estéticas y éticas nos reflejen perfectamente. Estos edificios que se suceden sin ninguna lógica demuestran una falta total de planificación. Exactamente igual es nuestra vida, la vamos haciendo sin tener la más mínima idea de cómo queremos que nos quede».