Muchos refraneros, nacionales e internacionales, asocian la lluvia a la bienaventuranza y la buena suerte. Según esta máxima, o bien el menú de la 57 edición es el más suculento de los últimos tiempos, o l@s sabi@s populares jamás pisaron Donosti.
Ayer el otoño parecía querer arreciar con toda su melancólica furia… y cayeron limones. Irónicamente, mi primer film festivalero, por su título, parecía toda una “limonada cósmica”. Bautizada en honor a una canción de Nirvana (la banda favorita del melenudo protagonista), la china Seasons in the sun, es como un refresco de limón que no termina de quitarte la sed. Entre otras cosas, porque tú el que querías era de naranja. Y te aburres entre los vaivenes romántico-sexuales de su adolescente trío protagonista, y aunque apuras tu bebida, al final te importa un carajo a cuál de los dos púberes prefiere la moza. Te pierdes en tu memoria cinéfila y acabas comparando las espectaculares piernas en shorts + bailarinas de la gacela protagonista con las de la Hepburn en Sabrina. Luego descubres que esta Audrey oriental es la modelo más cotizada de China y que su humilde familia le puso el nombre de una princesa, y lo entiendes.

Los asientos del Kursaal son como un amigo con el que mantienes una relación ambivalente: una parte de ti se alegra de verlo por todo vuestro historial de vivencias y complicidades compartidas, pero otra sabe que acabará doliéndote a los diez minutos. Libre de sus garras, a eso de las 18:00 h, el efecto “diluvio universal” persiste, pero toda una marabunta de efervescencias hormonales lo desafía a ambos lados de la alfombra roja. Al pasar a su lado, ellas saben que tú sabes que están reservando sitio para cuando pase el nuevo chico Tarantino, pero puede que lo que algun@s sepamos y ellas no, es que el cuarenteño más guapo del celuloide hará su paseo del hotel al teatro Victoria Eugenia y no a los cubos de Moneo. Más limones.

La Pittmanía, no por predecible, deja de sorprender. Y no sólo porque hayan traído vallas anti-pánico de algún lejano macroconcierto, sino porque incluso famosas críticas donostiarras de sexualidad dudosa, han alabado babosil y reiteradamente las virtudes de su glorious butt. Pitt llegó, vio y triunfó. Estuvo simpático, cálido, accesible, firmo autógrafos y tambores varios, pero aunque tod@s sigamos queriendo un hijo suyo, nadie parece querer admitir que Mr Jolie estaba más feo que nunca. Cualquiera puede pensar que no es posible estropear esa cara, pero, desgraciadamente, se equivoca. Y es que las perillas de chivo pirenaico deberían estar prohibidas.

No se qué tiene el Zinemaldi que parece atraer la desglamourización de sus invitados. Las stars vienen, sí, pero dejás de la mano de Dior, como si fueran a comprar el pan. Los ejemplos son muchos y dolorosos. Hace muchas lunas, Keanu Reeves se nos presentó paseando por las nubes con barriguita y abundantísima barba; Emma Thompson demostró al mundo que era rubia de bote (y que las peluquerías británicas son muy caras); y Jeff Bridges exhibió sin pudor un look a lo «abuelo de Heidi» al recibir su premio Donostia.

Aunque mi apuesta al premio «Anti-Nati Abascal» al famoso menos glamouroso de este año, es para Tarantino. Tito Quentin, ya sabemos que lo importante es el cine y tal, pero, es que llegaste al hotel con camisa de prota de Siete novias para siete hermanos…. ¡y no has sido capaz de cambiarte de ropa desde entonces! Rueda de prensa, cena en Arzak, presentación oficial de la película…y nothing. Pensándolo bien, habría que crear un premio «Oink» en tu honor. El Zinemaldi es el hermano pobre de Berlin, Cannes y Venecia, pero que tristura limonil que no te emperifolles en nuestro honor, jop..

Me quedé sin ver: Inglorious Basterds, ridículamente traducida como Malditos bastardos, cuando en realidad debería ser Cabrones sin gloria, y me niego a verla doblada. Ains…
Y también para Whatever works, el último intento de Allen por demostrarnos que filmar una peli al año no siempre es una buena idea. Aunque a tenor de las críticas, parece no haberlo conseguido…

Deberes cinéfilos: descubrir la diferencia entre cine camp, cine slasher y cine trash.